El backlash del catolicismo - Semanario Brecha
El papa Francisco frente a la trinidad de la extrema derecha global

El backlash del catolicismo

El Papa Francisco, rezando en la Basilica de Santa María la Mayor, el 12 de abril Afp, Prensa del Vaticano

Históricamente, las religiones han desatado guerras y alianzas, e incluso en la actualidad tienen un peso significativo en las relaciones internacionales y las miradas sobre los otros. La religión no solo influye en la esfera íntima del ser humano, también moldea las visiones sobre el mundo y las relaciones interpersonales y comunitarias. 

El último cuarto del siglo XX estuvo marcado por una mirada anticomunista de la cultura «occidental y cristiana» a través de la alianza entre Margaret Thatcher, Juan Pablo II y Ronald Reagan. En estos últimos diez años, en tanto, el tablero internacional ha posicionado al papa como un líder religioso y político que disputa la narrativa de la trinidad de la extrema derecha actual. Francisco ha confrontado directa o indirectamente con ideas y acciones de líderes políticos que manejan elementos discursivos religiosos, como Benjamin Netanyahu, Donald Trump y Javier Milei, líderes que, aunque no acuerden en política económica, sí comulgan en ideas autoritarias, xenófobas y nacionalistas. En temas como migración, inclusión, construcción de paz y justicia social –seamos católicos o no–, podríamos reconocer que el papado de Francisco ha construido de manera efectiva o simbólica elementos espirituales y culturales que apuntan a un mundo más fraterno. 

Aunque la Iglesia Católica Apostólica Romana, por su propia conformación institucional, no es, a priori, una institución progresista o de cambios rápidos, y aunque no se concretaron cambios dogmáticos significativos en más de 12 años, Francisco sí logró colocar al interior de la Iglesia algunos temas en la mesa de discusión. Los más notables fueron la bendición de las parejas del mismo sexo, la ordenación de mujeres, el celibato no obligatorio para los clérigos, el poder del Opus Dei y el diálogo interreligioso. En los primeros temas solo se alborotó el avispero, pero en los últimos se dieron pasos interesantes. Al menos podríamos decir que estuvieron en la discusión dentro de la lógica sinodal que promovió Francisco, con espacios de asamblea y diálogo en los que especialmente los laicos y los sectores más progresistas del clero pudieron manifestar su voz. 

Fuera de los muros eclesiales, la agenda de Francisco ha tenido algunos énfasis que, en el marco de una fuerte consolidación de la extrema derecha global, han sido fuente de inspiración por sus narrativas humanistas y esperanzadoras para actores sociales, eclesiales y hasta partidarios. La acción pastoral del papa ha sido al menos un apoyo para enfrentar las derechas religiosas locales para líderes como Gustavo Petro, Luiz Inácio Lula da Silva e incluso José Mujica. Francisco tuvo una postura muy clara en temas relevantes como el cambio climático, la justicia social, el genocidio en Gaza y la crítica a las políticas xenófobas del nuevo gobierno de Estados Unidos, sobre los que se pronunció y confrontó. Esto lo ha llevado a disputar con cristianos de otras tiendas como Trump o Elon Musk, los nuevos mesías y profetas del Cinturón Bíblico estadounidense. 

Jorge Mario Bergoglio es peronista: su forma de hacer política también ha sido popular y ha buscado conectar los extremos en disputa. Con ese espíritu, el papado de Francisco buscó también generar algunos puentes internacionales que deberíamos recordar hoy, cuando el mundo es más bélico que hace diez años. En 2016 logró un encuentro histórico con el patriarca Cirilo –líder de la Iglesia rusa y socio fundamental de Vladímir Putin–, luego de 1.000 años de distanciamiento entre la sede de Roma y el patriarcado de Moscú, en un lugar más que simbólico como La Habana, Cuba. También es necesario tomar nota del importante cambio en las relaciones con China, donde la Iglesia católica logró un estatus de reconocimiento para nombrar obispos de manera acordada con el gobierno.

La línea teológica de Francisco, aunque no es la vanguardia de la teología de la liberación de los sesenta y los setenta, ha sido para la Iglesia un giro progresista luego de los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y si pensamos su rol en un mundo en el que las alianzas de la política internacional se han corrido a la derecha y a la extrema derecha, la postura dialógica y aperturista de Francisco ha sido al menos un respiro de sensatez. Sin embargo, las proyecciones de cara a un futuro cónclave no parecen dar continuidad o apostar a una mayor apertura de la Iglesia más poderosa del mundo. 

Aunque los papas nombran cardenales y esto debería de alguna manera significar que el siguiente pontífice tenga una línea similar al anterior, son muchos los factores que influyen en que el péndulo vaticano oscile hacia el conservadurismo. Las lecturas que se pueden hacer de los diferentes análisis de los vaticanistas, sumadas a otras tendencias de la religión a nivel global, auguran un futuro restaurador y de retrocesos para la Iglesia católica. Bergoglio fue elegido papa en un momento en el que Latinoamérica perdía fieles frente al avance del pentecostalismo, aunque siga siendo un continente de mayorías católicas. Los analistas presentan hoy una serie de cardenales «favoritos» a ocupar el puesto papal, que incluyen candidatos africanos, asiáticos, estadounidenses y europeos. 

La secularización de Europa tiene más de un siglo y avanza a pasos agigantados, pero igualmente allí siguen estando los mayores teólogos católicos y las iglesias con mayor capacidad económica y poder político. África, por otra parte, es un continente donde el catolicismo crece, pero su auge tiene un signo conservador y mucha influencia de las teologías estadounidenses; esto, sumado a los propios valores culturales locales, tiende a confluir en miradas muy tradicionales en temas como la familia y la sexualidad. Un ejemplo de esto fue la carta de desaprobación que redactó la conferencia de obispos católicos de África a la propuesta de Francisco de la bendición de las parejas del mismo sexo. Mientras tanto, en Asia existe un desarrollo teológico más influenciado por la teología de la liberación, pero se trata de comunidades católicas en general bastante marginales, salvo el caso de Filipinas. 

En suma, el escenario plantea que lo más probable es que el próximo papado no tenga un perfil similar a Francisco y es casi imposible pensar que el péndulo papal de la historia se corra más hacia el progresismo. Aunque parezca paradójico, probablemente vivamos una especie de backlash (reacción conservadora) en el interior del catolicismo. 

* Nicolás Iglesias es coordinador de Fe en la Resistencia, proyecto sobre la fe y los derechos humanos.

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